Mis cafés favoritos de Buenos Aires


Cuando empecé a decirle a la gente que me venía a vivir a Buenos Aires, dos amigas que ya estaban allí me advirtieron que la ciudad no hacía buen café.


Y me lo decían precisamente porque saben lo importante que es el café para mí.

A ver, recapitulemos un poco. El café me ha acompañado desde niño. A mi abuelo le gustaba contar la historia de que cuando me llevaba al colegio, yo me aseguraba de recordarle que me pidiera un café con leche en una panadería que quedaba cerca. Desde entonces el café ha seguido estando omnipresente en mi vida.

Una de las cosas que más extraño de Caracas son sus café con leche de panadería. Las últimas veces que he ido a Caracas me atiborro de esos deliciosos brebajes. (Debo tomarme al menos cinco por día.)

Sí, el café para mí es una obsesión. Tanto que hasta el primer libro de cuentos que escribí se lo dediqué al café.

Volvamos a mi vida en Buenos Aires: mis amigas tenían razón. Recuerdo que me era muy difícil conseguir buen café en mis primeros días viviendo en la ciudad. De todas formas me puse las pilas y emprendí una exhaustiva investigación para conseguirlo. Más de tres años de búsqueda incesante están condensados en este post que ahora les comparto con mis cafés favoritos en Buenos Aires:

Lattente (Thames 1891): En este minúsculo espacio ubicado en Palermo hacen el mejor café de la ciudad. Cuando vienen amigos café-adictos como yo de visita a la ciudad, los llevo para allá sin pensarlo dos veces. (Una amiga me llegó a decir que allí se había tomado el mejor café de su vida.) La atención es muy buena y los baristas se desviven por prepararte un café perfecto. (Lo único malo es que cuando se llena es inevitable sentirse un poco abrumado.)

FULL CITY COFFEE HOUSE (Thames 1535): Esta cafetería es bastante cómoda y el café es excelente. La atención es cálida y tengo entendido que la comida también es exquisita. Si Lattente está muy full me vengo para acá: los separa sólo unas tres cuadras. El valor añadido viene por la música que reproducen: una vez escuché temas que sólo los fans de David Bowie como yo pueden reconocer. Y bueno, desde esa tarde se ganaron mi corazón.

Birkin Coffee Bar (República Árabe Siria 3061): Esta cafetería para mí es una parada obligada cada vez que voy al MALBA, pues los separa una distancia perfecta para recorrer esa parte que tanto me encanta de la ciudad. El sitio tiene una estética muy bien cuidada. El servicio, al menos desde mi experiencia, ha sido algo inconsistente: hay veces en que me han tratado muy bien y otras en las que he sido víctima de cierta indiferencia hipster.

Crisol (Cap. Gral. Ramón Freire 1502): Me convertí en un regular de este sitio que queda en Colegiales desde que me mudé a Belgrano. Los desayunos, muffins y tortas que venden son deliciosos. Pero la reina del lugar es la taza Crisol, que es prácticamente un tazón de sopa relleno de café. Esto, para nosotros los café-adictos, sencillamente es pornografía. (También estoy enamorado de una de las meseras.)

Barrio Cafetero (Reconquista 513): En pleno centro de Buenos Aires, Barrio Cafetero se erige como un templo del café bien hecho a pesar de su modesto tamaño. Aunque tiene algunas sillas y está muy bien decorado, el sitio es ideal para pedir café para llevar y ponerse a ver a la gente que transita por el agitado corazón de la ciudad. (Al menos eso es lo que yo hago cada vez que voy para allá.)

Ninina (Gorriti 4738) Cuando estoy por Palermo y por alguna razón no voy ni a Lattente ni a Full City House, termino en Ninina. El café es muy bueno, aunque un poco caro. Lo ideal es merendar y pedir una rica torta. El sitio es bastante cómodo, la estética está muy bien lograda y la atención es impecable. (Un dato: puedes sentarte en una mesa que da frente a los pasteleros, así que los amantes del dulce también pueden saciar su fetiche de manera visual.)

All Saints Cafe (Ciudad de la Paz 2300, esq. con Olazábal): Esta cafetería ha sido mi más reciente descubrimiento. El café es muy rico y la atención es buena. El lugar es ciertamente llamativo, pues ostenta cierta vibra reminiscente de las cafeterías de SoHo. Lo único malo es que las sillas no son muy cómodas, así que les recomiendo que pidan el café para llevar y se lo tomen en la Plaza Manuel Belgrano. (Y así aprovechan de pasear por el barrio.)

Al principio pudo haber sido difícil conseguir un buen café en Buenos Aires, pero el que busca encuentra. Ahora, el hecho de que yo haya encontrado buen café no significa que mi investigación haya terminado. Para nada: en toda obsesión la búsqueda es perpetua. Así que si tienen otra recomendación no duden en compartirla. A mí me encantaría conversar -o conocerte- con un café muy rico de por medio.

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