Rock and MAU: un episodio contemporáneo de cultura caraqueña

Se dice que para que un evento pueda considerarse histórico es necesario que pase cierto tiempo. Esta distancia, algunos argumentan, garantizaría cierta objetividad que es ajena a los juicios inmediatos. De todas formas, me atrevería a decir que lo que presencié el tres de marzo del 2012, en el Teatro de Chacao, hizo historia en la escena musical caraqueña.

El evento, titulado “Rock and MAU”, reunió a destacados integrantes del rock caraqueño (La vida Bohème, Nana Cadavieco, Rawayana, Viniloversus y Malanga) y a la Movida Acústica Urbana: un grupo de jóvenes virtuosos que ha redefinido la manera en que se interpretan -y en que se conciben a- los ritmos tradicionales.

Según este mismo colectivo, la idea fue de Diego “El negro” Álvarez, destacado percusionista que no sólo ha tocado junto a agrupaciones de jazz, música venezolana e incluso orquestas sinfónicas, sino que también ha prestado su talento para bandas de la escena alternativa como el dúo de música electrónica Maseratti2lts. Álvarez encarna en sí mismo esa peculiar coyuntura entre lo tradicional y lo alternativo que se dio cita en ese maravilloso recinto que abrió sus puertas en Chacao hace pocos meses.

La idea de por sí es bastante original, pero en mi opinión esta cualidad no es la más relevante. Lo que para mí resulta verdaderamente trascendental es su aporte a la identidad cultural de la ciudad. La comunión entre ritmos tradicionales y otros más modernos representa un hito en la música que se hace en la ciudad de Caracas.

La capital de Venezuela ostenta una escena musical muy interesante. Muchísimos músicos, tanto de bandas de rock como de ensambles, editan sus discos de manera auto-gestionada y sus conciertos llenan locales, recintos y teatros de una manera que hace cinco años hubiese resultado impensable. La oferta también es rica: por las noches se puede ir a disfrutar tanto de un buen jazz y un concierto de rock como de las impecables presentaciones que tiene la MAU en sitios como el Trasnocho Lounge.

En este contexto es donde obtiene aun más importancia la maravillosa empresa que han desplegado los músicos de la MAU y de algunas bandas caraqueñas. El rock que se está haciendo en la ciudad, tomando en cuenta su sonido y la idiosincrasia manifiesta en las letras de sus canciones, puede en efecto comenzar a considerarse caraqueño, y la música que tocan los ensambles que integran a la MAU también posee una particularidad, rítmica y armónica, que la hace única si se le compara con lo que está pasando en la escena contemporánea del folklore en Brasil o en Argentina.

Sin embargo, Rock and MAU viene a representar un nuevo capítulo en la formación de la identidad de la música caraqueña. En uno de los “ensayos abiertos” que tuvo lugar en el Trasnocho Lounge, escuché las primeras notas de la versión de “Un buen salvaje”, original de La vida bohème, y de inmediato supe que estaba presenciando mucho más que “un tema de rock arreglado en ritmos tradicionales”. Acá se está ante algo que constituye, más que una re-interpretación o una manera ingeniosa de fusionar géneros, una re-definición de la música caraqueña.

Quizá más de un seguidor de estas bandas no conocía lo que era (y cómo sonaba) un joropo oriental, un tamunangue o un merengue antes de ver a su banda favorita en el Teatro de Chacao. Pero en el momento en el que escucha uno de sus temas arreglado en uno de estos géneros, no sólo va a cantarlo y a disfrutarlo, sino que un nuevo ritmo se incorporará a su catálogo musical. Cuando esa persona está coreando las geniales estrofas de “No hay” de Nana Cadavieco, también está asimilando ese género en el que está arreglado -uno que hasta ese instante probablemente le era extraño. En esa aceptación comenzará a modificarse la noción de identidad que tiene de la música autóctona de su ciudad. En ese registro también hay mucho de pertenencia. En ese disfrute hay mucho de apropiación.

Cuando se habla de identidad, suele afirmarse que sólo se puede llegar a querer lo que se conoce. Y en lo que a identidad se refiere, es imprescindible que para identificarnos con nuestras culturas, debamos primero darnos la oportunidad de conocerlas. En ese sentido, la experticia técnica de los músicos de la MAU empleadas al servicio del gran talento compositivo que ostenta cada una de estas bandas conforma un poderoso recurso a la hora de “presentarles” a los asistentes (si es que no lo han conocido antes) estos géneros o de confirmarles (a los que ya lo conocían) el gusto por lo tradicional.

Este, en mi opinión, es el mayor aporte del “Rock and MAU” y en definitiva lo que le da ese carácter de histórico: que esas excelentes canciones, tocadas por un magnífico grupo de músicos en géneros tradicionales, constituyen una inmensa contribución al desarrollo de la cultura caraqueña.

“Rock and MAU” desde todo punto de vista representa un triunfo. La genuina camaradería entre los miembros de la banda y la MAU, evidenciada en ese ensayo abierto (a ratos ciertamente conmovedora), y la manera en la que se acoplaron en tarima son indicadores de que no sólo está muy bien lo que están haciendo ahora, sino que lo que vendrá será aún mejor (entre los planes futuros se cuenta un disco grabado en estudio que incluirá los temas que fueron tocados en el Teatro de Chacao).

Tanto afuera (antes de entrar a la sala) como adentro (una vez iniciada la presentación) el entusiasmo era notable. Cada vez que entraba a tarima algunos de los cantantes o cuando uno de los músicos lucía su virtuosismo con su instrumento, los gritos y los aplausos proferidos por el público eran elocuentes de esa celebración de identidad: ese reconocimiento de la audiencia ante esa música que disfruta, y lo que quizá sea aún más importante, una música que es suya.

Yo no sé si esté pecando de apresurado al calificar al Rock and MAU como algo histórico. La verdad, ni me importa. Y no lo digo por rebeldía o por soberbia, lo digo  con la licencia que me otorgan el talento de todos esos músicos y sus ganas de juntarse y hacer que esa “música del futuro”, como llegó a sentenciarla el propio Diego Álvarez, suene a Caracas.

Comentarios

yo opino que sí es histórico, por la trascendebcia del grupo y calidad y profesionalismo con que se manejan.


Ingrid Yrivarren

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