La primavera de Stravinsky según Dudamel


--> La primavera pareciera ser la más colorida de las estaciones. Es la favorita de muchos porque representa el fin del inclemente frío del invierno y el preludio de la calidez y luminosidad del verano. Pero para el compositor Igor Stravinsky, la idea de la primavera es radicalmente distinta. Según él, cuando esta llega a su Rusia natal "lo hace de manera violenta, como si todo el planeta Tierra estuviera a punto de quebrarse".

I. Música para una primavera maldita

Mientras componía la música para L'oiseau de feu, el ballet que lo posicionaría como uno de los compositores más destacados de Europa a comienzos del siglo XX, a Stravinsky se le ocurrió escribirle la música a un ritual pagano. Para ello se reunió con el pintor y etnógrafo Nikolai Roerich, quien concibió un ballet que consistiera de una chica que bailara hasta morir como ofrenda a la Tierra para garantizar la llegada de la primavera. Stravinsky se dedicó entonces a transcribir piezas del folklore ruso que había escuchado en su infancia y a estudiar algunos rituales antiguos de la Europa Oriental.

Stravinsky le comentó la idea a Sergei Diaghilev, director de Les ballets russes, y éste lo juntó con el bailarín Vaslav Nijinsky para que trabajaran juntos en la coreografía. Stravinsky y Nijinsky unirían esfuerzos para producir Le sacre du printemps: uno de los estandartes definitivos de la música moderna.

El impacto de la pieza se hizo sentir desde el principio. El debut de Le sacre du printemps, el 29 de Mayo de 1913 en el Theatre des Champs Elysées de París, se ha documentado como uno de los disturbios más célebres en la historia de la música. Desde que comenzaron a escucharse las primeras notas del oboe, parte de la audiencia protestó, abucheó, se levantó de sus asientos y se retiró del teatro. El público generó tanto ruido que Nijinsky tuvo que colocarse a uno de los lados de la tarima para indicar la cuenta del ritmo y guiar a sus bailarines porque estos ya no podían escuchar a la orquesta en el foso.

Contrario a lo que el mismo Stravinsky se encargó de promulgar, el escándalo no fue responsabilidad exclusiva de su música. Para entender el efecto de Le sacre du printemps es necesario considerar cada uno de los elementos de la producción. Tanto el diseño del escenario y del vestuario a cargo de Roerich, como la coreografía de Nijinsky tuvo tanta (o incluso mayor) cuota de responsabilidad en la reacción de la audiencia. Los bailarines vestían atuendos inéditos para un ballet y sus pasos eran primitivos, impredecibles, salvajes. Dicho vestuario cubría casi la totalidad del cuerpo de las bailarinas; la coreografía, tosca y cruda, carecía de la fastuosidad y magnificencia del ballet clásico.

Diaghilev ya se había encargado de generar expectativa con esa astucia que lo llevó a consolidarse como el máximo empresario cultural del siglo XX: antes del estreno organizó presentaciones para periodistas y personalidades selectas de la cultura parisina, quienes se encargaron de propagar rumores sobre el impactante espectáculo que acababan de presenciar. Luego de la premiere, Diaghilev felicitó a Nijinsky y Stravinsky por haber desarrollado un espectáculo cuya inquietante respuesta había sido "justo lo que quería".


II. Los mejores intérpretes de la danza primaveral

"Múltiples interpretaciones de una pieza revelan nuevas posibilidades", aseguraba Igor Stravinsky. Los estudiosos de la música clásica sostienen que no existe algo como la mejor versión de una pieza en particular. La calidad de una grabación radica más bien en la manera en la que un director junto a su orquesta logran desarrollar esas diversas posibilidades.

Lo bueno de estudiar varias versiones de Le sacre du printemps es que uno tiene la oportunidad de compararlas con la manera en la que el propio Stravinsky la grabó dirigiendo a la Columbia Symphony Orchestra. Muchos coinciden en considerarla como la grabación ideal, argumentando que no hay nadie mejor que su compositor para determinar cómo debe sonar su creación.

Aunque en efecto a mí me parezca una excelente lectura, también he podido encontrarle nuevas cualidades a su obra escuchando otras celebradas versiones. La que Leonard Bernstein grabara con la London Symphony Orchestra fue una de las pocas que obtuvo el sello de aprobación del propio Stravinsky. El soberbio sonido de los metales y el carácter imponente de la percusión le proporcionan un indiscutible atractivo. Sin embargo Bernstein, conocido por su emotiva y exuberante manera de dirigir, quizá exagera de esta cualidad en los pasajes melódicos de la pieza.

La música de Le sacre du printemps intenta describir un rito primitivo, por lo tanto cualquier interpretación debería reflejar esa crudeza. Es por ello que Stravinsky desaprobó la versión que Herbert von Karajan grabara con la Berlin Philharmonic. Karajan fue un músico que al final de su carrera terminó siendo víctima de sí mismo: con el paso del tiempo terminó por darle lecturas demasiado sofisticadas a las piezas que interpretaba. En un intento por ofrecerle una lectura pulida a esta obra terminó por brindarle una exaltación que no es correspondida con lo que demanda. Le sacre du printemps rechaza cualquier aproximación refinada.

Muchos seguidores de la obra de Stravinsky coincidían en considerar a la grabación de Pierre Boulez junto a la Cleveland Orchestra como la mejor interpretación de este clásico. No obstante, cuando se editó la versión que grabara Valery Gergiev junto a su Kirov Orchestra (ahora conocida como Mariinsky Orchestra), dicha aseveración dejó de ser tan contundente.

Los críticos suelen referirse a la grabación de Boulez como una lectura "Francesa", con énfasis en la estructura y en los detalles: una aproximación en esencia mucho más cerebral. En contraste, la versión de Gergiev es más "rusa", en el sentido de que descarta cualquier intelectualidad optando por ofrecer una interpretación instintiva. (El afilado sonido de las cuerdas y el crudo sonido de los metales constituye otro de esos rasgos "rusos" según los entendidos.) Es por ello que, aun cuando la lectura de Gergiev sea la más visceral también peca un poco de errática -algunos pasajes son demasiado rápidos y saturados. En cambio, Boulez ostenta un control rígido sobre la obra. En mi opinión la versión del director francés es la más clara de todas: si se quiere escuchar minuciosamente el rol que cada instrumento ejerce en esta obra, no creo que haya mejor grabación en este respecto.

De las grabaciones más recientes, la de Esa-Pekka Salonen junto a la Filarmónica de Los Ángeles es una de las más elogiadas. Salonen, entusiasta exponente del repertorio contemporáneo, logró registrar una versión que muchos han denominado como una de las más "modernas" en cuanto a manejo de los tempi, tono general de la orquesta (en especial las secciones de cuerdas y vientos-madera), balance dinámico, acentuación de las disonancias (Bernstein aseguraba que Le sacre de printemps contenía "las disonancias más hermosas jamás escritas") y exaltación del carácter transgresor de sus ritmos. En mi opinión esta es la mejor versión en términos de calidad de sonido, logro que quizá se deba a que fue grabada dentro del Walt Disney Concert Hall -un recinto que ostenta una estupenda acústica. La única crítica que le tengo a esta versión es el sonido excesivamente voluminoso de los timpani, atributo que quizá se deba a una exagerada manipulación en la mezcla.


III. La lectura "joven" de Dudamel

Cuando Valery Gergiev comenzó a grabar con su propia disquera sintió una enorme presión sobre sus hombros. Según él, a la hora de editar nuevas producciones se está compitiendo con las numerosas y excelentes grabaciones que ya se han hecho con anterioridad. Aunque el desafío quizá no se trate de competir con las demás sino de ofrecer nuevas sonoridades, esta sigue siendo una difícil empresa. Habiendo dicho esto, ¿qué puede ofrecer de nuevo Gustavo Dudamel y la Orquesta Sinfónica Venezolana de la Juventud Simón Bolívar?

Yo debo admitir que no he disfrutado precisamente de varias de las grabaciones que ha hecho Dudamel. Sus lecturas de la Sinfonía No. 5 de Tchaikovsky y de Mahler me parecieron inconsistentes. Aunque la Sinfonía No. 5 de Beethoven en efecto no sea regular, tampoco ofrece nada extraordinario. Las grabaciones que sí me han gustado han sido las de la Sinfonía No. 7 de Beethoven y el álbum Fiesta. De todas formas, cuando supe que la Deutsche Grammophone estaba por editar una grabación de Le sacre du printemps dirigida por Dudamel, debo reconocer que aún tenía mis reservas...

La vitalidad y destreza técnica de la sección de cuerdas es lo primero que impresiona al escuchar esta versión. Esta cualidad puede que venga dada por el ímpetu que sólo puede ofrecer una orquesta compuesta por músicos jóvenes como esta. En este sentido no sería insensato considerar a esta lectura, en comparación con las demás, como una interpretación esencialmente "joven".

Las únicas observaciones que le tengo radican en términos del tono de los metales (demasiado brillante) y de algunos timpani (demasiado opacos). Asimismo no entiendo por qué existen espacios tan largos entre algunos de los movimientos: esto le resta continuidad a la experiencia de escuchar una pieza que en ocasiones reclama urgencia. Sin embargo, una de las victorias de esta lectura es el sabio manejo de los tempi que demostrado Dudamel -aspecto por el que ha sido criticado en el pasado. El dominio del ritmo evidenciado en esta grabación, al ser comparado con las anteriores, dice mucho de su crecimiento como músico.

Así como admití que tenía mis dudas antes de escuchar esta grabación, también debo aceptar que he quedado gratamente sorprendido luego de escucharla. Aunque dista de ser una de las mejores, uno no puede sino celebrar la destreza interpretativa que ha demostrado este ensamble. Le sacre de printemps es una pieza muy difícil: sus cambiantes patrones rítmicos desafían hasta al más experimentado. (Pierre Boulez se imaginaba la dificultad de la pieza al ver la partitura por primera vez, pero nunca se imaginó lo complicada que era dirigirla hasta que tuvo su primer ensayo con una orquesta.) El hecho de que hayan logrado salir airosos de este reto dice mucho del talento y madurez de estos jóvenes.

La lectura de la obra más famosa de Stravinsky grabada por Gustavo Dudamel y la Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar funciona como una metáfora de juventud: es imperfecta, confusa y arriesgada, pero ciertamente emocionante. El mismo Dudamel afirma que en vez de pensar mucho en tocar alguna pieza, los músicos deberían esforzarse en intentar tocarla. Aunque este criterio le haya salido caro en algunas ocasiones, esta es la aproximación más apropiada para enfrentar piezas como esta.

Luego de escuchar varias veces esta producción siento que hay mucho más por celebrarle que por reprocharle. Además, estoy seguro de que si Dudamel y su orquesta han crecido tanto en tan poco tiempo, mis iniciales prejuicios no pueden sino convertirse en grandes expectativas por escuchar cómo vayan a tocar (y grabar) otras piezas en un futuro.

Comentarios

Anónimo dijo…
No he tenido el placer de escuchar la pieza en cuestion, pero saber que Dudamel ya es mencionado como interprete de la obra mas famosa de Stravinsky y de que le imprime "JUVENTUD", es ya un orgullo. Ver dirigir a Dudamel con esa pasion y extasis incompabales es realmente un regalo de Dios y mencionarlo de esta manera es grande! Bravo Gustavo! y Bravo Victor por estudiarlo y darnoslo a conocer!
Yo

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