Orquestas en crisis


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El mundo está en crisis. Sólo basta echarle un vistazo a la primera página de cualquier periódico, sintonizar cualquier canal de noticias o hablar con amigos que viven en otros países para darse cuenta que el planeta está infestado de problemas.

Cada vez son más los sectores que enfrentan escenarios hostiles a consecuencia de la recesión económica mundial. Uno de los campos que han resultado más vulnerables a la crisis ha sido el de la cultura. Y, dentro del sector cultural, las orquestas sinfónicas son unas de las organizaciones que más han sufrido los embates de la debacle financiera. Estas agrupaciones, otrora estandartes de la alta cultura, atraviesan por uno de los peores momentos en su historia.


I. Un adagio financiero


Estados Unidos se ha visto severamente perjudicado en este respecto. Orquestas como la Honolulu, Syracuse, Bellevue Philharmonic y New México anunciaron el cese de sus operaciones en el último par de años. La
Detroit Symphony pasó por una controversial huelga que duró casi seis meses. La Philadelphia Orchestra, una de las más prestigiosas de Norteamérica, reconocida por la alta calidad de sus grabaciones y por haber sido dirigida por luminarias de la música como Leopold Stokowski, Eugene Ormandy y Riccardo Muti, se declaró en bancarrota. La Louisville Orchestra hizo lo propio. La Philharmonic Orchestra of the Americas, un ensamble joven pero que logró cierta notoriedad en la escena musical neoyorquina, acaba de anunciar la suspensión de sus operaciones para su próxima temporada. La New York City Opera, bastión de la ópera Estadounidense y cuna de estrellas como Plácido Domingo, Beverly Sills y Renée Fleming, enfrenta un severo déficit que la obligó a abandonar su residencia en el Lincoln Center.

En otras partes del mundo también se han registrado malas noticias en el círculo de la música académica. La notable Orquesta Estable del
Teatro Colón de Buenos Aires pasó por una altisonante huelga. La próxima temporada de ópera del Palau Música Catalana de Barcelona se redujo debido a disminuciones en el aporte monetario del gobierno local. Severos cortes en el presupuesto de las artes en el Reino Unido han hecho mella en los fondos de sus más importantes orquestas. La Berlin Philharmonic cortó su relación de 45 años con el Festival de Salzburgo por falta de patrocinantes.

Ahora bien, ¿qué fue lo que pasó entonces? ¿Cómo instituciones musicales tan prestigiosas como las anteriormente mencionadas llegan a enfrentar escenarios tan adversos? Para responder esa interrogante es imprescindible analizar el funcionamiento de una orquesta sinfónica.


II. Una orquesta es mucho más que un grupo de músicos

Una orquesta generalmente consiste de una organización sin fines de lucro liderada por una junta directiva e integrada por un personal perteneciente a varios departamentos. La junta directiva está compuesta por sus mayores contribuyentes -individuos que también se encargan de obtener más fondos. Este grupo trabaja junto a la dirección artística, encargada de definir la misión de la orquesta.

En Europa, la mayoría del presupuesto de las orquestas es financiado por el gobierno, mientras que el resto lo aporta la empresa privada y contribuyentes individuales. En Estados Unidos la ecuación es inversa: es más lo que aportan las fuentes privadas que lo que provee el gobierno.

La recesión económica ha afectado tanto a la empresa privada y a los gobiernos como a los asistentes a los conciertos: los tres componentes vitales de una agrupación sinfónica. Es muy poco lo que aporta, en términos de ingresos, la venta de las entradas, pero el público a fin de cuentas representa el destinatario final de todos los esfuerzos de un ensamble. No hay nada más importante para una agrupación que tocar para teatros llenos, no sólo en términos de satisfacción de sus músicos, sino porque una buena asistencia es lo que más atrae a potenciales contribuyentes, patrocinantes y ayuda gubernamental.

La crisis de las orquestas yace en su modelo como organización, uno que se ha hecho insostenible considerando la difícil situación económica actual. Con el paso del tiempo se ha hecho demasiado costoso financiar una orquesta en términos de salarios, pensiones, pólizas de seguro, mercadeo, alquiler de teatros y pagos a directores y solistas invitados. Si la empresa privada, el gobierno y el público cuentan con menos recursos económicos para "invertir" en estos ensambles, este modelo fracasa. Por lo tanto, si las orquestas aspiran superar esta crisis y sobrevivir a largo plazo, es imperativo evaluar este modelo y redefinirlo.

Esquemas como el de la Orchestra of St. Luke's representan una opción bastante viable. Este ensamble está conformado por músicos freelance pertenecientes a otras agrupaciones, programan pocos conciertos y no están obligados a tocar en una residencia fija. (El DiMenna Center, un centro que incluye salas de ensayo en Nueva York, acaba de convertirse en su sede pero no es su residencia exclusiva). En cambio, esta orquesta programa interesantes recitales en espacios como Carnegie Hall, Alice Tully Hall (Lincoln Center), iglesias, parques y otros teatros alrededor de Manhattan. Al funcionar como una orquesta itinerante, sus costos operativos son mucho más bajos comparados con los de una tradicional.

Las crisis demandan adaptación y ajuste. El problema con las orquestas sinfónicas es que suelen comportarse como entes muy conservadores, con alta reticencia al cambio y muy lenta capacidad de respuesta para adaptarse a nuevas y demandantes circunstancias. Esto tiene que cambiar. Lo que está en crisis es el modelo tradicional de las orquestas, uno que se ha mantenido casi intacto desde que se fundaron las primeras orquestas a mediados del siglo XIX.


III. Las orquestas están mal, las ganas de verlas no

El entusiasmo por la música, por el contrario, está más vivo que nunca. Más de 33 millones de personas se conectaron en Internet para ver el concierto inaugural de la YouTube Symphony -un proyecto de la London Symphony Orchestra en conjunto con Google. Las transmisiones en directo de la Metropolitan Opera cada vez más reportan más adeptos. Conciertos de la Berlin Philharmonic y Los Angeles Philharmonic también se han proyectado con éxito en la gran pantalla. (Shows de Broadway, espectáculos del Bolshoi Ballet y del National Theater de Londres son otros espectáculos que se han sumado a esta lucrativa tendencia.)

Directores jóvenes como Gustavo Dudamel, Yannick Nézet-Séguin, Alondra de la Parra, Alan Gilbert y Daniel Harding le están inyectando una vitalidad y frescura inéditas al usualmente anticuado perfil de los ensambles sinfónicos. Estrellas como Lang Lang, Anna Netrebko, Juan Diego Flórez, Joshua Bell, Yo-Yo Ma y Midori agotan con rapidez las entradas de sus presentaciones.

La música contemporánea también pasa por un buen momento. Las orquestas interpretan un considerable número de piezas escritas por compositores vivos -ya sean consagrados (Philip Glass, John Adams, Steve Reich) o emergentes (Thomas Ades, David Lang, Nico Muhly). Personalidades destacadas de la escena pop, indie-rock y alternativa como Sufjan Stevens, Jonny Greenwood (Radiohead), Sting, Paul McCartney, Merrill Garbus (tUnE yArDs), Owen Pallett, Tyondai Braxton, Rufus Wainwright, Bryce Dessner (The National) y David Longstreth (Dirty Projectors) componen con regularidad piezas para ensambles sinfónicos o de cámara.


IV. El ingenio al rescate del arte

El reto que deben asumir los directivos de organizaciones tan complejas y costosas como estas, consiste en aprovechar el entusiasmo del público mediante la implementación de estrategias que les permita establecer un esquema operativo sustentable.

Una serie de innovadoras campañas ya han sido desarrolladas por algunas agrupaciones. La New World Symphony, una orquesta formada por selectos estudiantes de todos los Estados Unidos y que acaba de inaugurar un impresionante centro en la ciudad de Miami, implementó la Pulse Series, donde se combinan Dj's y músicos sinfónicos en un ambiente lounge. El evento ha gozado de buena receptividad en la comunidad y ha sido ampliamente reseñado por blogueros y la prensa local.

Iniciativas como conciertos donde se interpreta música de películas como Lord of the rings y Star wars o temas de los más populares videojuegos, espectáculos multidisciplinarios donde participan artistas visuales, bailarines y cantantes de Broadway y recitales operáticos narrados por estrellas del cine como Alec Baldwin, Christopher Plummer y Gerard Depardieu también han resultado bastante rentables.

Cuando la New York Philharmonic programó para su temporada pasada Le grand macabre, una ópera poco popular compuesta por Gyorg Ligeti, su director Alan Gilbert decidió enfocarse en atraer a un público joven a través de la grabación de pequeños y graciosos cortos posteados en YouTube. Asimismo, entradas de muy bajo costo fueron puestas a la venta a estudiantes. Como resultado, los jóvenes inundaron las butacas del Avery Fisher Hall y las tres funciones de la ópera se agotaron.


La música sigue siendo relevante. Aunque los recursos de la audiencia estén más limitados, la gente sigue ávida y dispuesta a pagar por escuchar en directo sonidos que resuenen con sus sentimientos. La crisis en esencia reside en términos ejecutivos y administrativos. Sin embargo, hay varias orquestas que lo están haciendo muy bien en tiempos de crisis. Su ejemplo debe ser tomado en cuenta por los líderes que dirigen a los ensambles en conflicto.

En situaciones difíciles como estas, donde la realidad amenaza con aniquilar al optimismo, nada resulta más útil que escuchar con atención cualquier sinfonía: luego de la pena lenta del adagio invariablemente llega la vitalidad vigorosa del scherzo.

Comentarios

Anónimo dijo…
Muy interesante articulo ademas de aleccionador en cuanto a las orquestas. de todas maneras no parece ser una historia nueva lo de la falta de patrocinio de las orquestas y musicos en general. Debe haber tambien creatividad como dice Aquiles Baez con pensar en impulsar las contribuciones públicas y privadas.Deberias ofrecer este articulo a la prensa o revistas que traten estos tópicos pues de verdad me parecio excelente.
Saludos
Yo

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