Descubriendo a Marturet


Si existe una pieza de la música clásica de la que nunca me canso –y me temo que nunca me cansaré- de escuchar y de sentir, es la obertura-fantasía Romeo y Julieta de Tchaikovsky. Este pasado domingo tuve el inmenso placer de escucharla en vivo, tocada por la OSJVSB bajo la batuta del maestro Eduardo Marturet.

Esta sería la primera vez que vería a este importantísimo director y compositor venezolano, actual director de la Orquesta Sinfónica de Miami. También sería la primera vez que vería al joven y laureado trompetista Francisco Flores interpretando el Concierto para trompeta y Orquesta, compuesto por el armenio Alexander Arutunian.

El programa comenzó con una maravillosa interpretación de Romeo y Julieta. Marturet le aportó la debida lentitud y sobriedad a la introducción de esta obra, considerada por muchos como un “poema sinfónico” debido a su estructura. Luego vendría la segunda parte: el conflicto entre Capuletos y Montescos, donde la sección de vientos se encarga de emular los estridentes espadazos, producto del férreo antagonismo que se gesta entre esas dos familias. Aquí Marturet logró que la Orquesta retumbara las nubes de Calder.

El tercer tema es, evidentemente, el más hermoso, pues representa al amor entre Romeo y Julieta. Aquí los violines se encargan de transmitirnos el sonido de ese sentimiento que termina siendo el personaje principal en este clásico de la literatura universal. Esta es la parte que más me gusta de toda esta obra y, coincidencialmente, la que mejor tocó la Orquesta. Puedo decir que, desde ese momento, Marturet había entrado desde ya en la lista de mis directores favoritos.

La segunda parte del programa correspondería al concierto para trompeta y orquesta. Sonriente, irradiante de una cálida seguridad, salió a tarima Francisco Flores con su brillante y pulida trompeta para ofrecernos un impecable concierto. Al final de su interpretación la audiencia lo llenó de aplausos una y otra vez. Tanto así que en su tercera salida al escenario buscó un cuatro y se lo dio a uno de los violinistas, a la vez que uno de los contrabajistas se acercaba al centro de la tarima con su pesado instrumento, conformándose rápidamente un magnífico trío que nos brindó un joropo para el deleite de todos los presentes. Ésta, muy probablemente, es una de las piezas que integrarán la primera producción de Francisco Flores próxima a editarse: todo un repertorio dedicado al folklore venezolano.

El programa cerraría con la primera sinfonía de Brahms que, aunque quizá sea la menos popular de este genial compositor alemán, no deja de ser hermosa y ciertamente intensa. Eduardo Marturet ha grabado las cuatro sinfonías de Brahms junto a la Berliner Symphonie Orchester, de manera que podíamos estar seguros que lo que pronto escucharíamos sería de una altísima calidad.

En efecto, desde el primer movimiento pudimos escuchar a un Marturet con un evidente dominio de esta sinfonía. El primer movimiento sonó soberbio. Los violines del segundo movimiento destacaron por toda su melancolía. El tercer movimiento brilló por ser el más alegre de toda la sinfonía. Finalmente, el cuarto movimiento, muy cercano sonoramente al final de la Novena de Beethoven, cerró con broche de oro ese mediodía mágico en el que escuchamos una vez más la belleza de ese extraordinario sonido que sale de la batuta y de los instrumentos de músicos de nuestro país.


Nota: Si no has escuchado Romeo y Julieta (es decir, tu vida todavía no tiene sentido), te la puedo hacer llegar con todo el placer del mundo, esto es: me agregas a tu Messenger (vitico2083@hotmail.com) y te la paso por ahí, ¿vale?

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